SEXO ANAL Y PLACER MENTAL
Desde la adolescencia
comencé a fantasear con culear mujeres. No sé por qué. Mis experiencias reales
con el sexo comenzaron con una novia que, cuando la abrazaba por detrás me
restregraba su exquisito trasero en la verga. Nunca le di una culeada, pero
esos restregones eran intensísimos. Ella era muy católica, y se sentía muy
pecadora cuando estábamos así. Muy pocas veces me dejo verle las nalgas. La
última vez que nos vimos se me entregó enteramente. Ella sabía que yo deseaba
empujársela por el rabo más que ninguna otra cosa. Se acostó boca abajo en la
semioscuridad de su recámara, pues no deseaba que la viera. Sin embargo, eso me
excito más. Cuando probé por fin su ano sentí un inmenso placer. Le decía
"te amo", y cada vez que le decía esas palabras ella presionaba su
trasero carnoso contra mi rostro y yo sentía su sabroso hoyo anal con mi lengua
y mis labios. Lamerle el chico fue para mí un goce inigualado en la vida.
Después de un rato, me coloqué detrás de ella y comencé a picotear su exquisito
y apretado agujera anal con la punta de mi miembro, que estaba a todo lo que
da. Le dije en el oído: "vas a ver que sabroso es cagar para adentro,
mamacita". Ya estaba por abrir su caliente y apretante recto con mi reata
cuando se me zafó y corrió fuera de la habitación, me dijo que era el demonio y
que me fuera. Se refugio en otro cuarto. Fui hasta la puerta y comencé a
rogarle: "Por favor, amor, no me dejes así. Necesito sentirte." Me
contestó que no que era pecado, pues así "hacen el amor los
volteados". Le dije: "No, mamacita, cómo crees eso. Todo hombre que
tenga una mujer tan buena de nalgas como tú no puede evitar querer amarla con
apretados culeamientos. Como por ahí está más estrecho que por delante,
sentimos bien rico cuando nos exprimen el recto analmente. Y toda mujer que en
verdad ama a su hombre, deja que se la zambute por el chico." Pero no hubo
nada que la convenciera. Me quedé toda la noche. Ella no salió. Y en la mañana
tuve que irme al trabajo. Al volver por la tarde a su departamento se había ido
al pueblo con su familia. Durante muchos años me masturbé pensando en que me la
estaba culeando. Ese ha sido el deseo más intenso y prolongado de mi vida.
Luego conocía a otras mujeres, y algunas de ellas si me las culeé. Si quieres
que te cuente otros episodios de mi historia, basta que lo digas. Como dicen
por ahí: tu boca es medida. Dicho sea con y sin albur, mi buen. Espero
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