Esta es la puerta de entrada
al supremo placer que Dios
ha concedido a los hombres.
Ay del pendejo que la
desaproveche.
Amo a las mujeres hermosas, de formas perfectamente equlibradas o sensualmente exuberantes. Las contemplo,las acaricio, las penetro, las gozo. Amo más que a nada el apretador hoyo que atesoran entre sus sabrosas nalgas. Amarlo es la suprema dicha de cualquier varón.