sábado, 8 de octubre de 2011

Ve, papi, reviéntame el chiquito. Dejame embarrate la verga con cagada directamente de mi vientre. Te amo y me enloquece sentir la carne de tu camote haciendome sentir repleta de macho. Es como si todo tú entrarás en mí e hicieras explotar mi cuerpo desde adentro. Una indescriptible delicia: estar totalmente llena de mi macho.
- Ay, pinche Beto, no te manches. Duele. Me estás rajando el recto. Está bien gorda.
- Hermanita, no lo puedo evitar. Así es como me la pones. Es que estás bien buena del chiquito.
- A mi también me gusta, pero duele. Apenas cabe. Pero es que que tú la tienes bien gorda, cabrón. No es nomás por mí. La de Quique no me abré tanto. Apenas la siento cuando me culea.
- ¿Y pa qué quieres entonces a ese pendejo, si ni te sabe cuando te la cuela?
- Tienes razón, voy a mandar a la verga a ese guey. Pero entonces tú me tienes que dar todas las noches, ¡eh!
- Of cors, mi hors.
- ¿Qué chingados dices, guey?
- Que con todo el placer de mi alma te empujaré la cagada para adentro cada noche.
- Pinche Beto, qué pelado eres. Pero ya derramate, cabrón, que está a punto de llegar mamá.
- Ok, pero en cuanto te la saque me la mamas.
- No mames, mano. Eso sí que no. Me voy a vomitar.
- Eso es lo rico, que te guacarees sobre mi miembro mientras me la mamas.
- No, Beto. Eso es una cerdada.
- O me la mamás como te digo o se lo cuento todo a mi papá.
- No chinges, cabrón, el me advirtió que si se las aflojo a alguién aparte de él me mata.
- ¿Y el Quique?
- El Quiqué es mi amor secreto.
Esta es la primer hembrita que me refiné por la cola. La pinche Chelito. Era de Jacona. Re puta, la cabrona. Mi ama la contrato para limpiar mi cuarto porque era un chiquero, decía ella. Perfecto, me dije. A la morrita que contrate le haré un montón de porquerías. En cuanto la vi, se me hizo agua la verga o, mejor dicho, me la puso bien tiesa. Luego me manché el plantalón de la corrida. Ella se dió cuenta y se sonrojó. Mi pobrecita madre no notó nada. Púdica, pensé, así será mucho mas sabroso. Pues además de forzar su chiquito habrá que forzar su espíritu.


Esta es mi hembra exquisita. Me gusta que tenga verga. Me gusta mamarsela y que me coja. Me gusta ponerla boca a abajo y gozarla por las nalgas, culearla. Me gusta apretarsela intensamente con al ano ante de que se venga. Tenerla así: sintiendo la presión de su eyaculación sin poder salir, sentir su ansia de vaciarse en mi recto. Ella hace lo mismo conmigo. Mejor que una pinche mujer "normal", santo dios, ¿qué mierda es eso de mujer "normal"? Compartir placeres intensos, perturbadores, desquiciantes. Es lo que tenemos. Envidiénnos, pendejos "normales".