Así me gusta sentir la gordura del camote:
retacándome el ano hasta más no poder.
Sólo así me siento muy mujer:
intensamente culeada por mi hombre.
- Luis, esto es pecado. Tú eres mi hermano.
Nos vamos a ir al infierno.
- Me vale, hermanita. Tu chico está bien sabroso
y apretante. Este gozo bien vales
una eternidad de sufrimiento.
Además, si mi padre te culea,
¿por qué yo no?
- Pero es diferente. Yo soy carne de su carne
y puede hacer conmigo lo que quiera.
- Pues yo tambié, como ves, y lo que quiero
disfrutar la carne de tud nalgas, tu recto apretador
triturándome la verga.
- Santo dios, ¿por qué todos los hombres
quieren poseerme por el ano?
- Porque es una delicia, hermana, solo por eso.
Porque meterte la verga por las nalgas
es una delicia.
- Claro que me voy a casar contigo, Chelito.
Después de sentir este inmenso placer
quiero volver a sentirlo una y otra vez más.
- ¿Solo por eso te vas a casar conmigo?
- Eres maravillosa, pero lo que siento
al culearte me da un placer estupidizante.
Y esto es lo único que hace soportable
vivir con una mujer a todas horas.
Nada importa si al final de cada noche
vas a estar así sobre mi cama, empinada,
recibiéndo mi carne por las nalgas.
- Este placer es casi insoportable. Y aunque
tus palabras me hieran entiendo.
Yo también quiero que me tomes así cada noche.
A una hembra así yo la amaría
como hombre y como mujer.
Ay, amor, me está partiendo el recto. Sigue, sigue.
Hazme disfrutar. Soy tu marrana y me pasionas.
- Me estás rajando el recto.
- Aguanta, amor, hazme gozar.
"Cabrón, te aprovechas de mí nada más
porque te quiero".
Santo dios, que exquisito placer me da
la combinación de la asfixia con la culeada.
A todos los gusta gozar la carne de las damas bellas,
pero más que nada nos gusta amarlas por el chico.